Cada vez son más los pescadores franceses que optan por pescar en aguas cercanas, respetando las temporadas y el fondo marino. ¡Y con razón!
Una mañana de domingo de febrero, con el corazón aún dormido, me encuentro en la estación de Saint-Charles de Marsella, en el extremo sur de Francia. Excepcionalmente, el cielo luce gris y está encapotado. Me dirijo al puerto. Al final del muelle, encuentro a Jonas Bizord. Su barco, Submed, está amarrado detrás de su pequeño puesto de venta directa. De noviembre a abril , este hombre y su equipo pescan erizos de mar a diario. Se sumergen con bombona a una profundidad de entre dos y diez metros, y, con una rasqueta, los extraen uno a uno antes de guardarlos en una especie de red que estos pescadores marselleses denominan «moulaguette». Se trata de una pesca virtuosa y sostenible, que se practica con el máximo respeto a los recursos existentes. Cuando termina la temporada, a partir de abril, Jonas pesca atún rojo o realiza trabajos marinos. ¡La pesca sostenible puede ser eterna! Este es el principio expuesto por el economista británico Colin W. Clark en su artículo The Economics of Overexploitation (La economía de la sobreexplotación) publicado en la revista Science: «Los recursos renovables son, por definición, autorregenerables y pueden proporcionar bienes y servicios esenciales a los seres humanos para siempre». Siempre que nos atengamos a ciertas normas, eso sí.
La pesca sostenible es justa, ya que implica la longevidad económica de sus empresas. Además, se practica sobre un stock en buen estado. Por tanto, las técnicas empleadas deben permitir que solo se capturen los ejemplares que se desembarcarán y venderán. Actualmente, el 90 % de las especies marinas comerciales está sobreexplotada o se pesca al límite de la sostenibilidad. Como Jonas Bizord, Daniel Kerdavid, en la península de Quiberon, o Emmanuelle Marie y su marido, en la bahía de Granville, han optado por pescar en las costas cercanas. Prefieren los barcos de menos de doce metros a los grandes arrastreros, ya que suelen salir a la mar de día.
A pesar de la expansión de la pesca industrial, en la Francia continental estos pequeños barcos siguen representando el 52 % del total de la flota*. «El método de pesca más virtuoso y sostenible es la pesca con línea, ya sea con curricán o con línea de mano», explica Charles Guirriec, fundador de Poiscaille, una plataforma digital especializada en la venta de pescado y marisco directamente de los pescadores. Es decir, un anzuelo con un cebo o señuelo unido al extremo de un sedal, que a su vez está conectado a una caña. En función de la profundidad y de la especie que se pretende pescar, puede haber varios anzuelos por línea, la cual puede lastrarse o no. En Japón, donde la pesca sigue siendo principalmente costera y familiar, muchos pescadores van un paso más allá. Practican el ikejime, que se traduce literalmente como «muerte en vida». Este método de sacrificio garantiza una muerte rápida e indolora del pescado, y al mismo tiempo le confiere un sabor único. ¡Una excelente manera de combinar el respeto al medio ambiente con el placer gastronómico!
*1 Fuente: FranceAgriMer
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