Al igual que otros muchos sectores, la agricultura debe reducir al máximo su consumo energético o descarbonizarlo. En Francia, como en el extranjero, los campos dedicados tanto a la agricultura como a la ganadería se llenan de paneles solares.
Ver por primera vez a las ovejas pastando bajo una gran extensión de paneles solares causa sorpresa. Sin embargo, este paisaje futurista se está convirtiendo en algo habitual en Francia y por una buena razón, ya que los costes energéticos representan de media entre el 10 % y el 30 % de los gastos de una explotación. Cada vez más, los agricultores franceses intentan recortar estos gastos produciendo su propia electricidad a través de la agrivoltaica.
Esta técnica, desarrollada en 1981 por dos físicos alemanes, Adolf Goetzberger y Armin Zastrow, combina la producción agrícola y la producción de energía fotovoltaica en una misma parcela mediante la instalación de hileras de paneles fotovoltaicos que pueden moverse u orientarse sobre determinados cultivos. Este principio, denominado «solar sharing» en inglés, permite producir energía verde, cumpliendo dos objetivos importantes a la vez: mitigar los avatares climáticos que amenazan el rendimiento agrícola mediante la creación de parasoles gigantes y producir energía renovable sin dañar los suelos naturales afectados. Benoît Valery es uno de sus adeptos. Tras verse muy afectado por una grave sequía en 2019 y totalmente en contra del riego, este viticultor de la región de Corbières, en el sudoeste de Francia, se plantea ahora recurrir a la fotovoltaica e instalar una serie de paneles solares sobre las viñas jóvenes para protegerlas de los rayos directos del sol y de sus efectos devastadores.
En 2019, en Francia, 50 000 explotaciones agrícolas generaron el 96 % de la producción de biocombustibles, el 26 % del biogás, el 83 % de la energía eólica (a través de los terrenos agrícolas puestos a disposición para la construcción de parques eólicos) y el 13 % de la energía fotovoltaica. En total, los agricultores franceses aportan el 20 % de la producción de energías renovables del país (el 3,5 % de la producción energética nacional)[1]. En Estados Unidos, donde abundan los paneles solares, sobre todo en Texas, cuando no son los propios agricultores los que instalan y mantienen estas estructuras futuristas, los gigantes de la energía verde recurren masivamente a los ganaderos de ovejas para desbrozar las bases de los paneles, lo que conlleva una ganancia inesperada para los pastores locales, que cobran 1220 euros por hectárea tratada al año[2]. Una muestra de que la combinación de agricultura y producción energética tiene un futuro brillante por delante.
[1] Agencia Francesa de Medio Ambiente y Gestión Energética (ADEME, por sus siglas en francés)
[2] Courrier Internacional
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