Cada año, tanto en Francia como en el resto del mundo, los agricultores redoblan su ingenio para contrarrestar los efectos devastadores del aumento de las temperaturas y de la sequía…
Mientras escribo estas líneas, una importante ola de calor se cierne sobre el territorio francés. En los próximos días, hará 38 °C en París y 39 °C en Biarritz, en el sudeste de Francia. Una ola de calor inusualmente elevada para un mes de junio. En toda Francia, los horticultores, cerealistas y viticultores con los que nos hemos reunido en las últimas semanas expresan su preocupación. Este es el caso, por ejemplo, de William Revoil. En el macizo de los Alpilles, a una hora de Marsella, este olivicultor suele recurrir al agua de los canales fluviales cercanos para irrigar sus campos de olivos, pero le será imposible hacerlo en las próximas semanas, ya que tendrá que afrontar importantes restricciones de agua. Sus cultivos corren el riesgo de sufrir graves daños… Un aumento de las temperaturas que se ha convertido en una triste realidad en los últimos años. En Francia, se registraron 62 sequías entre 1991 y 2015, frente a 13 entre 1964 y 1990.
Así que, para hacer frente a este calentamiento global, algunos productores están ideando planes... En la mitad norte de Francia, los viticultores están plantando variedades de uva del sur, naturalmente más resistentes a la sequía y a las altas temperaturas, como la vermentino o la syrah. En la región del Hérault, el hortelano Pascal Poot es ahora famoso por su huerto seco. En sus ocho hectáreas de terreno, este hombre apasionado de las semillas cultiva frutas de diversos colores, algunas de las cuales crecen en las rocas o en medio del monte bajo, solo con el abono de su ganado. ¿Su secreto? Dejar que las plantas se autorregulen desarrollando su propia resistencia natural al calor. En Charente Marítimo, en el oeste de Francia, los hortelanos Thibaud Peschard y Olivia Chouquet han perpetuado las técnicas del antiguo agricultor, valorando el sistema de goteo. Las tuberías de riego a lo largo de las hileras de hortalizas reducen considerablemente el consumo de agua al limitar la evaporación y proporcionar a las plantas solo la cantidad que necesitan.
Lo mismo ocurre fuera de Francia. En Senegal, Gora NDiaye, actual responsable de la granja escuela agroecológica de Kaydara, cultiva hortalizas en pleno desierto adaptando los principios fundamentales de la permacultura a su entorno. Asimismo, está trabajando en la formación de líderes de proyectos para crear otras granjas orgánicas autosuficientes. En Alemania, Ulrike Windsperger, autora y pionera de la permacultura en su país, imparte cada año decenas de cursos de formación para concienciar a los horticultores sobre la importancia de ahorrar y optimizar los recursos hídricos. Lo mismo ocurre en Estados Unidos, donde el precursor de la horticultura ecológica, Eliot Coleman, invita en sus libros a los agricultores en ciernes a elegir sus futuras tierras en función de los recursos hídricos disponibles (pozos, manantiales, etc.) para poder compensar los efectos devastadores del aumento de la sequía.
Todos estos planteamientos son testimonio de la enorme capacidad de adaptación de los agricultores en Francia y a escala mundial para afrontar un nuevo panorama climático.
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