Las mujeres toman la iniciativa: cada vez son más las mujeres que toman las riendas o impulsan explotaciones agrícolas y, a menudo, optan por una alternativa ecológica.
Durante demasiado tiempo en Francia, la historia de la agricultura se ha escrito en masculino. Mientras escribía este artículo, mi corrector ortográfico no dejaba de sugerirme que sustituyera el femenino «agricultora» por «agricultor». Las profesiones de molinero, ganadero y hortelano, cuando se utilizaban en femenino, se referían a la mujer del productor y no al cargo que esta desempeñaba. Afortunadamente, la realidad está cambiando. Si bien el papel de las mujeres en la agricultura francesa es innegable desde hace siglos, por fin ha ganado visibilidad. Así pues, en 2018, estas representaban el 25,9 % de los responsables de explotaciones agrícolas[1], mientras que en 1970 esta cifra solo era del 8 %. En las explotaciones ecológicas, esta cifra se acerca al 50 % Un aumento que los sociólogos han calificado de «revolución silenciosa». Al mismo tiempo, la proporción de alumnas que cursan estudios en el ámbito de la agricultura también aumenta y «las jóvenes agricultoras están mejor formadas que sus homólogos masculinos», según afirma una encuesta del Instituto nacional francés de estadística y de estudios económicos (INSEE)[2]. Suelen tener una formación más variada y un enfoque diferente al de los hombres. Es evidente que el número de instalaciones y conversiones a la agricultura ecológica es mayor en las explotaciones dirigidas por mujeres. Al preguntarles por esta elección, más del 75 % afirma haber tomado esta decisión para «producir alimentos de calidad que preserven la salud de los consumidores y respeten la naturaleza y el medio ambiente»[3]. Según la socióloga Sabrina Dahache, las mujeres son «motores del desarrollo de nuevas actividades y de la diversificación de las actividades agrícolas. Las explotaciones dirigidas por mujeres son más propensas que aquellas dirigidas por hombres a utilizar circuitos de venta cortos». Y qué decir de los conocimientos que han impulsado las agricultoras. Así lo demuestran los cambios introducidos en las herramientas, cuya ergonomía se ha replanteado, en beneficio tanto de los hombres como de las mujeres. Son avances importantes en más de un sentido, porque no se puede lograr un modelo de agricultura capaz de preservar el medio ambiente que no tenga en cuenta a las mujeres y los hombres que la llevan a cabo.
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[1] Estadísticas del organismo francés de seguridad social agrícola (MSA, por las siglas en francés de Mutualité sociale agricole)
[2] https://www.epsilon.insee.fr/jspui/bitstream/1/18945/1/Primeur_223_a.pdf
[3] «¿Qué lugar ocupan las mujeres en la agricultura ecológica?», FNAB 2018
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