Aunque para algunos todavía no es posible coger el próximo vuelo a Francia, soñar con la próxima escapada al país vecino, cargada de comida y vino, es una buena forma de evadirse mentalmente. Por mucho que nos guste París, mirar más allá de la ciudad de la luz es la clave para descubrir las numerosas delicias gastronómicas regionales de Francia. Hemos reunido cinco de las mejores ciudades de Francia para pasear, beber y picar algo. Saciar el deseo de viajar a Francia nunca supo mejor.
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Estrasburgo
La capital de Alsacia, con notables influencias alemanas, es cuanto menos impresionante. Pasea por la orilla del Rin y disfruta de todas las casitas de colores de la ciudad, de las flores de vivos colores y de los deliciosos olores que percibirás en el camino. Imprescindible visitar la famosa catedral de Notre-Dame y subir a su épico campanario para disfrutar de unas vistas realmente hermosas. Los platos más famosos de Estrasburgo son el chucrut, un plato elaborado con col ácida, la tarta flambeada y los pretzels salados. Para calmar la sed, nada como una copa de uno de los famosos vinos blancos de la región (riesling, gewurztraminer o pinot gris).
Montpellier
Montpellier es el lugar ideal para pasar largos días junto al mar y pasear por una ciudad en la que el vino es omnipresente. Esta ciudad del sur de Francia se conoce por su rica historia, su bulliciosa escena de bares de vinos y sus cálidas brisas marinas de tintes salinos. Para disfrutar de todo lo mejor que ofrece esta ciudad, súbete al tranvía para ir a la playa Carnon o a La Grande Motte y disfrutar de un día junto al mar, acude al Museo Fabre para una dosis de cultura por la tarde y visita los pintorescos bares de vinos de la ciudad en el distrito de Antigone. Tanto si te gustan las ciudades de playa como los ambientes urbanos, este destino reúne a la perfección lo mejor de ambos mundos.
Reims
Para una estancia alternativa, pero inolvidable, Reims se impone como destino de elección. Situada a tan solo 145 kilómetros al este de París, esta «capital del champán» es la escapada perfecta para aquellos que quieran descansar de la ciudad de la luz durante unos días. Imprescindible visitar la catedral de Notre-Dame (conocida por sus vidrieras y su «ángel sonriente») y después, disfrutar de un paseo por el palacio del siglo XVII de la ciudad, el Palais du Tau. Prueba los quesos y productos locales en Au Bon Manger o Racine, reserva una visita a una de las numerosas bodegas de champán de la ciudad (Taittinger o Ruinart son dos de nuestras favoritas), tómate una última copa en The Glue Pot y no te sorprendas si te encuentras con algunos jóvenes viticultores locales por el camino.
Lyon
Si te gusta París, esta ciudad de la luz del sur sin duda vale la pena. En Lyon se encuentran algunas de las delicias gastronómicas más exquisitas de Francia: el coq au vin, la andouillette o la salade lyonnaise, que se sirven en los modestos bouchons de la ciudad. Pasa los días explorando el casco antiguo de la ciudad (el Vieux Lyon), descubriendo el anfiteatro romano de 2000 años de antigüedad y comprando en el segundo arrondissement. Los aficionados al arte se deleitarán en el Museo de Bellas Artes, así como en el igualmente apasionante Museo de Arte Contemporáneo. Para los que buscan escapadas enológicas, las excursiones de un día a Beaujolais están a la vuelta de la esquina.
Annecy
Para disfrutar del encanto alpino en su máxima expresión, basta con viajar a Annecy. Esta pequeña ciudad del sudeste se conoce por sus calles empedradas, sus casas de color pastel y su lago de color turquesa, perfecto para nadar, practicar deportes acuáticos y tomar algo en verano. Visita el castillo medieval de Annecy para descubrir los objetos históricos de la región y, a continuación, acude a uno de los pequeños restaurantes de la ciudad para degustar alguna de sus delicias. Este pueblo alpino es famoso por sus abundantes platos a base de queso, como la raclette, la fondue y la tartiflette de patatas. Acompaña tu comida con un vino local (Altesse para los blancos y Mondeuse para los tintos) o una cerveza local igualmente refrescante.
Tours
Aunque buena parte de aquellos que buscan evadirse de París ponen rumbo hacia el este, hacia Champaña, optar por el oeste para visitar Tours y el valle del Loira siempre es buena idea. Esta céntrica ciudad universitaria se conoce por su famosa catedral gótica, su arquitectura de inspiración renacentista y sus innumerables bares, perfectos para beber y picar algo. Explora los afamados castillos de la región durante el día, haz un recorrido enológico por las numerosas bodegas de la zona y vuelve a la plaza Plumereau de la ciudad para familiarizarte con la cultura de los cafés locales. Asegúrate de probar las delicias locales, como las rillettes de Tours, los huevos escalfados al Chinon o una buena ración de queso de cabra local.
Carcasona
Esta ciudad fortificada, situada en la cima de una colina en el departamento de Aude, en Languedoc, es ideal para descubrir la Francia medieval. Carcasona está doblemente amurallada en su totalidad por fortificaciones construidas en la época galorromana y reformadas en el siglo XIII. Aunque hay un puñado de tiendas y locales de aperitivos excesivamente turísticos, recomendamos La Barbacane o el restaurante La Marquiere para probar la auténtica cocina de Languedoc. No te pierdas las copiosas delicias locales como el cassoulet, el bourride (un guiso de pescado) o un sencillo plato de aceitunas en salmuera. Con independencia de tu elección, es imprescindible refrescar el paladar con una copa de Picpoul de Pinet de la zona o con tintos ensamblados más contundentes.
Burdeos
¿Te gustan los tintos sabrosos, los blancos refrescantes o los vinos de postre suculentamente dulces? Burdeos es tu destino ideal. Esta ciudad portuaria, al sudoeste del país, está situada a orillas del río Garona y se conoce por sus museos de arte, sus mansiones urbanas y su animada escena vinícola. Los amantes del vino no deberían dejar de visitar el recién inaugurado museo de la Cité du Vin o, si prefieren el arte, el Museo de Bellas Artes de Burdeos. Pasea por las callejuelas de la ciudad, entra en una plétora de salas de cata y deléitate con el impresionante Miroir d’Eau, una fuente en cuya superficie se refleja la ciudad. Saborea las delicias bordelesas, como el entrecôte à la bordelaise o las ostras frescas y saladas de Cap Ferret, todo ello acompañado con unos cannelés al ron de postre.
Beaune
Al igual que Burdeos, en Beaune, situada en el corazón de la Côte d’Or de Borgoña, se pueden realizar escapadas urbanas centradas en el vino. Esta céntrica ciudad amurallada está rodeada de exuberantes viñedos y pintorescos bares de vinos hasta donde alcanza la vista. Durante el día, acude a las numerosas salas de cata de la ciudad o, mejor aún, aventúrate a visitar un puñado de bodegas locales, aunque debes tener en cuenta que en muchas de ellas es necesario reservar con antelación. Visita los Hospices de Beaune (Hôtel-Dieu), donde se celebra la subasta anual de vinos de la ciudad, contempla sus obras de arte clásicas y disfruta de una excelente comida en Caves Madeleines, La Dilettante o Ma Cuisine, todos ellos restaurantes muy populares entre lugareños y turistas. Prueba la boeuf bourguignon, las gougères y los aromáticos quesos, todo ello acompañado de deliciosos vinos a base de pinot noir, chardonnay o de crémant local. A los amantes de la gastronomía les encantará esta ciudad.