¿Te asusta la idea de comer caracoles? Estamos a punto de hacerte cambiar de opinión. Aunque pueda sonar extraño, los caracoles son uno de los alimentos más deliciosos, tradicionales y nutritivos de la cocina francesa (la salsa es otra historia, pero es un tema que ya abordaremos más tarde). Aunque en un primer momento puedan intimidarnos, los caracoles son en realidad una de las delicias por excelencia de la gastronomía francesa.
Sumergirse en un plato nuevo y potencialmente aterrador puede resultar intimidatorio. Sin embargo, la recompensa va mucho más allá del paladar. Consumiendo caracoles no solo ampliarás tus horizontes culinarios, sino que te adentrarás en el mundo de la cultura gastronómica europea.
Enumeramos siete razones por las que los caracoles son un manjar exquisito. No prometemos nada, aunque estamos prácticamente seguros de que, al final, se te hará la boca agua. Solo tienes que servirte una copa de Chablis, con su frescor mineral, cocinar tus caracoles y prepararte para transportarte a la exuberante campiña del este de Francia.
Algunos datos curiosos:
- La palabra «escargots» (caracoles en francés) se pronuncia es-car-GO (las últimas dos letras no se pronuncian).
- Además de en Francia y España, los caracoles también se consumen en Portugal, Creta, Túnez y Asia.
- El 24 de mayo es el Día Nacional del Caracol en Francia.
- ¿Te gustan los mejillones, las almejas o los calamares? Entonces es probable que te gusten mucho los caracoles.
Los caracoles son una buena fuente de proteínas
¡Así es! Una porción de alrededor de 100 g de carne de caracol contiene 14 gramos de proteínas y solo 75 calorías. La próxima vez que necesites recuperarte después de un entrenamiento, apuesta por una saludable ración de caracoles.
Tienen una larga historia
Los caracoles se consumen en Europa desde la prehistoria. En numerosos yacimientos arqueológicos del Mediterráneo se han encontrado restos de conchas de caracol, algunas de las cuales datan de miles de años antes de Cristo. Antes de deleitar a los franceses, los caracoles eran un manjar muy apreciado por los romanos. .
El sabor del terruño
Al igual que las uvas, el queso y otros manjares de origen animal, los caracoles son un producto de su entorno, lo que significa que su sabor está marcado por un fuerte sentido del lugar. Sin embargo, no todos los caracoles son iguales, ya que no todas las especies son comestibles.
Las especies de caracoles que más se consumen son Helix aspersa, Helix lucorum y Helix pomatia, todas las cuales prosperan en la campiña del este de Francia, concretamente en Borgoña y en los paisajes en torno a los Alpes. Los caracoles se recolectan sobre todo después de las lluvias intensas, ya que sus cuerpos son más receptivos a los ambientes húmedos.
Sin grasa, sin carbohidratos y sin azúcar
Además de ser ricos en proteínas, los caracoles carecen básicamente de grasa, carbohidratos y azúcar (la salsa en la que se sirven es otra historia, aunque por sí solos son de lo más saludable). Los caracoles también son ricos en hierro, magnesio y otros minerales saludables. Incluso obtendrás cerca del 10 % de la cantidad diaria recomendada de potasio por porción.
Los caracoles son la quintaesencia francesa
Al contrario de lo que se puede ver en las películas, las tiendas de regalos y otras fuentes de comunicación, la mayoría de los franceses no van por ahí comiendo macarons todos los días. Sin embargo, los escargots se consumen regularmente en todo el país. Estas joyas del tamaño de un bocado se disfrutan a menudo en el apéro o como un pequeño entrante al principio de una comida.
Los caracoles te harán literalmente feliz
Al igual que las ostras, las almejas y otros mariscos, los caracoles contienen una cantidad importante de triptófano, una sustancia química clave en la producción de serotonina en el cerebro. Además de potenciar la felicidad, la serotonina también ayuda a regular el sueño y controlar el apetito. ¡Nada como unos caracoles para levantar el ánimo!
Los caracoles son el recipiente ideal para una salsa deliciosa (¡y para disfrutar de una baguette!)
Por mucho que nos gusten los caracoles en sí, la salsa es lo que marca la diferencia. En Francia, los caracoles se preparan tradicionalmente con perejil, ajo y mucha mantequilla. Utiliza estos pequeños recipientes para absorber lo mejor de esta salsa francesa casera ¡y asegúrate de que no falte la baguette! Dependiendo de la cantidad de mantequilla utilizada, esta salsa puede anular los beneficios para la salud indicados anteriormente, aunque recomendamos hacer como los franceses: encontrar el equilibrio en la vida y disfrutar.