Cebollas de Roscoff DOP

¿Quién lo hubiera pensado? Descubierta en Portugal por un monje capuchino, la cebolla de Roscoff está perfectamente aclimatada a Bretaña. Es más, se beneficia de su suave clima oceánico marcado por la ausencia de cambios bruscos de temperaturas y su famosa llovizna, hasta el punto de reclamar poca atención o ninguna durante su cultivo. Sembradas en marzo en suelos aireados, profundos y fértiles, las semillas plantadas de las variedades Keravel o Jack crecen tranquilamente, sin necesidad de riego ni fertilización. Solamente basta con eliminar un poco la maleza para no privar a las plantas de luz, agua y minerales. En verano, entre julio y agosto, cuando las hojas de las cebollas aún verdes yacen sobre el suelo, los bulbos se elevan y se cortan sus raíces, con máquina, para presecarlos en esa misma tierra. Unos 10 días más tarde, son recogidos, casi siempre de forma manual, antes de almacenarlos en el exterior, con el viento de cara y al abrigo de la lluvia. Una vez secas, las cebollas de Roscoff se revisan, cortan, escamondan y después se ristran en trenzas de un kilo cada una para garantizar su correcta conservación y ¡sin ningún tipo de tratamiento antigerminativo!